Comprendo que no
soy interesante. Comprendo que no soy linda, ni divertida, ni se
relacionarme adecuadamente con la gente. Comprendo que tengo un carácter
difícil, a veces tan sensible y otras tan al borde.
Admito que no
aprendo de mis errores.
Admito que siempre espero demasiado de los demás, y que me enfado cuando
no me lo dan. Admito que soy descuidada, que no suelo mostrar señales
de afecto, que a veces soy tan fría. Y la
verdad es que soy así, igual de fría, igual de frágil.
Pero eso no
significa que no quiera. No significa que no lo intente. Y aunque me
cueste confiar, aunque por todos los golpes que me están dando cada día
me cueste más confiar en los demás, yo lo sigo haciendo. Me sigo
poniendo todos los días entre la espada y la pared, en espera de la
siguiente puñalada. Lo hago. Así que ya no sé qué más puedo hacer. No se
cuál es mi problema.
Tal vez no haya nacido para disfrutar del afecto de los demás.
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