Estando en la recta final, ella estaba sentada en la esquina dentro de un baño, paredes frías,blancas,a oscuras.Increíble que ahi era el único lugar donde ella podía ser quién era y estar sola, por poco no se lo quitan. Tenía ese nudo en su garganta difícil de sacar, ese que tanto odiamos, nos ahoga, nos ata y nos hace impotentes frente a todo.La clandestinidad de sus actos legales en su propia casa hacen que su corazón se acelere.
El sólo hecho de no poder expresar con libertad sus emociones por que violentamente llega él. El miedo sumado a la impotencia y poca especulación de futuro, sabía que él la destruiria antes de poder ser independiente, el no saber cual es tú futuro es algo que nos pasa a todos, ella sabía que no iba a tener uno y esto es mucho peor. Cada momento la convencía de no tener posibilidad de ser feliz, sentir un poco de alegría como aquellas veces de niña, donde todo era perfecto. Estaba en esa esquina, entre contener su llanto o desarmarse en mil lágrimas. Llegó. Escuchó sus pasos cerca del lugar donde estaba ella. Dejo de respirar. Sentir que sólo el aire la puede abrazar es triste. Él habló. Su voz otra vez ella la sentía como apuñaladas. Él se acercó. La violencia verbal comenzó una vez más, se oían sus gritos a lo lejos, esta suceción de hechos es tan rutinaria sin embargo a estas cosas, una nunca se acostumbra. Sentir que se acerca y oírlo cada vez a menos distancia. Venía con un gran impulso, notorio por sus fuertes pasos dados, la rapidez y torpeza demostrada ya que al caminar sé oían objetos caer. Finalmente abrió la puerta. La encontró..
¿Se imaginan que pasó? No creo que haga falta contarles, no me trae buenos recuerdos, aún conservo las marcas de ese acto violento.
Esa chica, era yo.
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