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No creo que se llame imaginación, simplemente me gusta mirar hacia un costado y ver más de lo que observo.
Se acabaron todos esos meses en los que daba por sentado que me consideraba un ser maravilloso. Por fin me ve como soy en realidad:violenta, desconfiada, manipuladora y letal.
Y lo odio por ello
May the odds be ever in your favor

24 de noviembre de 2012

 
Me encontraba en el invierno de mi vida, y los hombres a quienes conocí en el camino fueron mi único verano. Por las noches, caía dormida con una imagen de mi misma bailando y riendo y llorando con ellos. Tres años estuve embarcada en una interminable gira mundial, y mis recuerdos de ellos fueron las únicas cosas que me sostenían, y mis únicos y verdaderos momentos felices. Era una cantante, no una popular, que una vez soñó con convertirse en una hermosa poeta, pero que en una serie de eventos lamentables vió esos sueños venirse abajo y dividirse como un millón de estrellas en el cielo nocturno ante el cual solía soñar una y otra y otra vez, rozagante y triste. Pero, no me importó tanto por que sabía que se necesita conseguir todo lo que siempre quisiste y luego perderlo para saber que es la verdadera libertad. Cuando las personas a quienes conocía descubrieron qué había estado haciendo, cómo había estado viviendo, me preguntaron por qué. Pero es inútil hablarle a personas que tienen un hogar, ellos no tienen idea de lo que es buscar seguridad en otras personas, por un hogar donde sea poder recostar tu cabeza. Siempre fui una chica rara, mi madre me decía que tenía alma de camaleón. Ninguna brújula de moralidad señalándome cual era el norte, ninguna personalidad estable. Sólo una indecisión interior que era tan grande y tan vacilante como el océano. Y si dijera que no fue mi intención que todo se tornara de esta manera, estaría mintiendo, porque nací para ser la otra mujer. Yo no le pertenecía a nadie que le perteneciera a todo el mundo, que no tuviera nada. Lo quería todo con el ardor de cada pequeña experiencia y una obsesión de libertad que me aterrorizaba al punto de que no podía hablar al respecto, y que mi impulsó a un punto nómade de locura que me deslumbraba y me mareaba.

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Suena irónico decir que la cosa más triste que he visto es tu sonrisa.