No voy a
intentar hacerme promesas que no voy a cumplir. No pretendo hacer
grandes cambios en mí. No voy a hacer más ejercicio, ni a comer más
sano, ni voy a estudiar más ni voy a ser más simpática con la gente. No voy a pasar menos tiempo haciendo el vago, ni lejos de la computadora, ni lejos del celular. No voy a dejar de mentir, ni de
enfadarme, ni de estresarme. Por supuesto, no voy a encontrar el amor. Y
todo hay que decirlo, tampoco voy a tomarme más en serio este blog.
Este año solo tengo dos propósitos: el primero, demostrar más amor a la gente que quiero.
Porque muy a mi pesar, yo soy del tipo de personas que intenta agradar a
la gente que le hace daño y descuida a la gente que ama. Así me va. El
segundo, disfrutar más y pensar menos. Tomarme la vida menos en
serio. Dejarme contagiar por la felicidad que los demás intentan
reflejarme. Soportar con valentía todo lo que me echen encima, o por lo
menos no hundirme demasiado. Aprender de todo y de todos. Y sobre todo,
reír un poco más y llorar un poco menos.