Me gustaría estar en este preciso momento en un barco, viendo el mar, alejándome de la superficie y de la ciudad. Adentrándome en las más oscuras aguas del vacío. Y viajar, y viajar "siempre rumbo hacia el mar". Y ahí estar yo en la proa, saboreando la nada misma.
Con una suave brisa marina que me despeina sin darme cuenta, que me seca los labios y les da un sabor salado, sería el paraíso. Pero no es lo mío estar cerca de nada y lejos de todo, no, definitivamente no. Pediría a gritos volver, hasta quedarme sin nada de voz, pero me doy cuenta de qué no hay nadie. Absolutamente nadie. El miedo y la desesperación se apoderan de mí, nadie en la cubierta; desaparecieron todos. Voy corriendo a buscar al capitán, pero como nadie manejaba el barco. ¿Cómo se me ocurrió aquella idea de alejarme?. Sí, el barco de mi vida, literalmente. Lo tendría que manejar yo y volver al mundo real, de repente aquel paraíso se convirtió en mi peor pesadilla.
Pero sin darme cuenta, me embarqué en un viaje sin retorno.